martes, 27 de abril de 2010

Pincha del Interior…Un amor a distancia

A pesar de nacer en La Plata, la mayor parte de mi niñez y adolescencia, la viví a 1200 km., en Neuquén Capital. Esta era una distancia bastante grande para cualquier persona que conoce a su “1º amor”, y más para una nena. Mi familia platense me había hecho hincha del Pincha desde chica, pero con solo 5 años me mudé al sur, y la única que tenía conmigo para continuar el trabajito de “fanatización” era mi mamá.

Es el día de hoy que recuerdo a mis compañeros de colegio, preguntándome de que cuadro era, y cuando les decía de Estudiantes de La Plata, su respuesta era: de que!!!???. Todavía si me encuentran, se les hace difícil recordarlo, por no prestarme la suficiente atención.

En ese momento el club no venía bien, y no era muy conocido por los más jóvenes. A eso se le sumaba la poca información que llegaba a la ciudad al respecto, tanto por televisión, radio o diarios. Y ni hablar, que todavía no existía Internet y su constante entrega de datos al instante. En los pocos programas de deporte que había, porque recién estaba empezando a parecer la tele por cable, y encima eran poco, se podía escuchar muy poco al respecto. Así que las noticias de mi club eran escasos, apenas las imágenes del domingo a la noche en Fútbol de Primera o algún flash informativo en radio Continental mientras escuchábamos Boca o River. Y ese era el problema, la mayoría de los nenes, y ni se les ocurra pensar que tenia apoyo femenino, eran gallinas o bosteros, de suerte había un par de Independiente, Racing o San Lorenzo.

Pero mi corazoncito seguía latiendo con pasión por ese club que mi abuelo y mis tíos me hablaban de chiquita. A eso se le sumaba mi mamá contándome de sus tardes de colonia en Estudiantes o sus anécdotas de partidos con Cholito (mi abuelo).

Recién al entrar a la secundaria se empezó a simplificar un poco todo: un par de amigas que seguían al fútbol, especialmente por la selección sub 20 del 2007 (acá tiene un papel muy importante Chuca, con su amor incondicional al fútbol y Velez, y Naty por adoptar al Pincha como 2º club); la mayor cantidad de partidos televisados; la tecnología que avanzaba (ahora si teníamos Internet); los varones, que a pesar de su machismo, nos integraban en el tema. Obviamente lo que más ayudó fue la primera vez que asistí a un partido en octubre del 99, a pesar de comenzar con una derrota frente a Chacarita. Mi habitación a esa altura, era un campo minado con merchandising del Club y fotos de jugadores. Cada vez más parte de mi vida entraba en el mundo fútbol, mis carpetas las decoraba con hombres con camisetas y pelotas, las paredes estaban tapizadas con póster donde había arcos y redes, en los roperos aparecían pegados los fixtures del torneo. Además de todo esto, habíamos tomado el legado familiar y con mi hermana nos encargábamos de hacer fanática a la más pequeña de las mujeres de la casa.

Llegué a mi 5º año, el último del colegio, y todos, compañeros, amigos, gente del barrio, conocían mi fanatismo por el Pincha, ya no pasaba desapercibido. Y aunque había sido difícil de mantenerlo en esos 12 años, lo llevaba intacto en medio del pecho. Ahora si, se venia la parte mas fácil, me mudaba a La Plata a estudiar, la cancha y la información la tenia al alcance de la mano…pero esa es otra historia.

Como siempre lo dije “Soy PINCHA desde la panza, lo llevo en la sangre y el corazón. Está tatuado en mi piel...” y para mi, el Pincha No es Moda y No sabe de Distancia.