Son las 5:45 de la mañana, todos duermen en casa, hasta la perra cansada de tanto jugar con su pelota. Hay música baja de fondo y afuera llueve. Delante mío, las carpetas de zootecnia, una de las materias de 4º año de veterinaria, pero no puedo estudiar. Debería, ya que en dos días es el Examen Final, pero algo ocupa mi cabeza, los nervios me invaden. Es que en casi doce horas, mi querido Pincharrata va a jugar su último partido. Y no es cualquier encuentro, es la definición del torneo, el cual lo podría consagrar…ehh... llevar a su objetivo. Las cábalas son importantes, así como no se grita un gol antes de tiempo (cualquiera que está todos los domingos en una tribuna lo sabe) tampoco se deben quemar ciertos finales, a pesar que mucho lo deseemos. Así, en 8 horas, saldremos rumbo a la cancha de Quilmes una vez más, donde a las 18 será el partido, en el mismo auto, con las mismas personas y la ilusión de todos a cuesta. La ventaja está a nuestro favor, pero nada esta definido antes de tiempo. Esto es fútbol, y hasta que el arbitro pite el final del encuentro, no está nada dicho. En este domingo de locura, recordaré por supuesto, a ese angelito que hace 4 años estuvo conmigo en Liniers, en la final con Boca. Seguro nos va a estar acompañando en alguna estrella, alentando a su querido león, capaz reservándola para que ahora o cuando sea, pase a ser la nº 11 que tanto anhelamos. Sin mucho mas que decir, con una mezcla de sueño e intranquilidad me despido, en pocas horas empezará ésta “gran final”… lo que sea será, pero por nada en el mundo me alejará de mi querido ESTUDIANTES DE LA PLATA