Estudiantes Campeón Apertura ´06
Un día leí en la tapa de una agenda: "Hay dos formas de ver la vida, una es creer que no existen los milagros, la otra es creer que todo es un milagro". En casi 3 semanas vi la vida de esas dos formas. Y si…yo creía que no existían los milagros, y que solo de esa manera el pincha podía salir campeón. En un torneo donde estábamos 4 puntos abajo, y me había resignado (pensé que ya en la 18º fecha Boca era Campeón) , este llegó. Si, ahora creo que “todo” es un milagro.
Un día leí en la tapa de una agenda: "Hay dos formas de ver la vida, una es creer que no existen los milagros, la otra es creer que todo es un milagro". En casi 3 semanas vi la vida de esas dos formas. Y si…yo creía que no existían los milagros, y que solo de esa manera el pincha podía salir campeón. En un torneo donde estábamos 4 puntos abajo, y me había resignado (pensé que ya en la 18º fecha Boca era Campeón) , este llegó. Si, ahora creo que “todo” es un milagro.
Todo empezó cuando la dirigencia del club decidió contratar como técnico a uno de mis mayores ídolos…el CHOLO SIMEONE. Pero también volvía un gran referente, la Brujita Veron. Ambos, juntos con otros grandes que ya estaban (Pavone, Calderón, Alayes, Braña, etc.) pasábamos una mala experiencia perdiendo por penales contra el San Pablo en la Libertadores. Nos quedábamos afuera de la copa en cuartos, después de grandes hazañas: el 4-3 que dimos vuelta contra el Sporting, el 2-1 al Bolívar bajo la lluvia con gol agónico del Tanque y muchos otros partidos con tantos en los últimos minutos cuando se moría el encuentro.
Empezó el torneo Apertura. Todavía éramos locales en la cancha de Quilmes, un lugar donde nuestros amigos cerveceros nos hicieron sentir tanto cariño. Justamente con ellos jugábamos el 1º partido, pero como visitante. Todavía
yo no volvía de Neuquén, por lo que tuve que optar entre escuchar los comentarios que daban cada tanto en radio Continental, o escucharlo por Internet con 20 minutos de atraso. Me decidí por la primera opción, pero más que escuchar al Pincha, me tuve que bancar a Boca-Banfield. Pero bue, Pavone tuvo una buena tarde, ganamos 1 a 0 en un partido aburrido (según me contaron) frente a un deslucido equipo.
En la 2º fecha recibíamos a Gimnasia de Jujuy. Ya estaba de regreso en La P
lata, así que pude decir presente en la 2º bandeja del estadio (ya teníamos nuestros lugarcitos asignados a la derecha del arco). Con la cartera llena de golosinas (“el gran quiosco de Lola”, como me cargaban), asistía a mi primer partido del campeonato. Con un poco más de juego que el anterior cotejo, ganamos con gol de Calderón.






“Se nos vino la noche”, “Estamos al horno” y tantas otras frases quedaban para esta etapa que se venia. Una seguidilla de 4 partidos donde no conseguíamos ganar y solo habíamos convertido un gol. Encima en los dos partidos de locales había tenido problema con la policía (me veían la cara???!!!). Y así fue…




(según contaron, Palermo pidió que no nos compliquen ya que estaban ganando 2 a 0 y faltaban pocos minutos para el final)




Godoy Cruz. Volvíamos a quedar a 6 puntos y las esperanzas de campeonato quedaban lejos.
El refrán dice: Siempre que llovió, paró. Y así fue como esos días malos quedaron atrás. Comenzamos a inflar un globo que subió y nunca bajo. Ganábamos un partido atrás del otro y yo pensaba que la racha en cualquier momento se cortaba, pero no pasó (salvo un pequeño desliz con Argentinos).












Se decidió que el 1º partido que jugara Boca para ponerse al día en el campeonato sea con Racing. Fue el miércoles 01/11 a la tarde. No se sacaron ventajas y salieron o-o en un horrible y aburrido encuentro. Pero eso significaba que nos sacaban 1 punto en la tabla.


Un día gris en el futbol, un momento triste. Era 8 de diciembre y Boca tenía que completar el ST con Gimnasia. Todo fue muy extraño, los jugadores del Lobo no se movían y en poco tiempo el partido se dio vuelta. Terminó 4- 1 y los bosteros quedaban cada vez más lejos, a 4 puntos. Al otro día salio a la luz que un grupo de barra bravas de Gimnasia había amenazado a todo el equipo (con pistolas incluidas) para que se tiren para atrás y se dejen ganar, de esa manera evitaban que nosotros recibamos ayuda de ellos para conseguir el campeonato.












No habíamos terminado de bajar la adrenalina de ese domingo, que ya nos embarcábamos en una nueva odisea: comprar las entradas para la final con lo que todo eso implicaba. La radio desde esa misma noche anunciaba que la gente ya empezaba de a poco a hacer cola, y el partido era el miércoles, con la venta de ticket el día anterior. Era la tarde del lunes y ya no estábamos tranquilas en casa, teníamos que ir a esa interminable espera que era la fila o nos podíamos quedar con las manos vacías. Entramos enseguida en acción!! Mamá y Sole fueron a conseguir una carpa (gracias Belu) y yo me fui sola para las ventanillas del viejo estadio de 1 y 57. La gente acampaba y ocupaba los lugares que llegaban hasta girar en la Avenida Iraola del Bosque, a la altura del portón de entrada de ambulancias de la cancha auxiliar. Ese fue nuestro lugar desde las 9 de la noche hasta que amaneció al otro día, con la compañía de mis primos Facu y Gime. La gente empezó a pararse y agolparse, así avanzamos hasta la equina de 1 y 54 aproximadamente a las 9 de la mañana. Por última vez iba a poder moverme del lugar a las 10, cuando fui al baño del Zoo. La espera fue eterna. Con sueño, hambre, sed y calor teníamos que aguardar aun para el comienzo de la venta de localidades. Las siguientes horas fueron un verdadero caos. Golpes, llantos, apretujones eran el común denominador de momentos de locura y desesperación por obtener una entrada. Casi a las 10 de la noche y exhaustas las 3, obtuvimos una platea, lo único que quedaba. Ahora si, felices, volvimos a casa a descansar para el día siguiente, o por lo menos intentarlo.

No se si dormí esa noche, pero bien temprano a la mañana estaba lista para uno de los días mas importantes de mi vida. El partido se había programado para las 5 de la tarde en una cancha neutral, la de Vélez. Se iba a dividir equitativamente las tribunas para ambos equipos, una popular y toda un platea para cada uno. Íbamos a juntarnos con mi tío y mis primos, para salir a Liniers todos juntos, en su casa de City Bell. Así que hacia allá partimos, la leona mayor (Mamá) y sus dos cachorras mayores (Sole y Yo). Unos cuantos minutos en el cole y ya estábamos toda la familia completa para marchar hacia Capital, en la tan usada camioneta. La caravana por la Autopista fue increíble. Colas de todo tipo de transportes adornados con banderas y melodías de bocinazos en cada peaje que nos frenaba. Estacionamos a pocas cuadras del estadio y comenzamos a acercarnos a pie. Era un día esplendido, con mucho calor, pero fue interrumpido por algunos minutos por una lluvia con sol y un arco iris en el cielo. Ya sabíamos de eso…lo mismo había ocurrido en el encuentro con Arsenal…y nosotras a eso le llamábamos Milagro. El partido empezó con gran entusiasmo, pero a los 3 minutos, solo 3 minutos llegó el gol de Palermo. En ese mismo instante sentís el peor de los dolores en el pecho, como todos tus sueños se desvanecen. No se podía perder después de todo el camino que habíamos recorrido. Para males, poco antes de terminar el PT, fue expulsado Pablito Álvarez por una chiquilinada, tirarle una patada enojado a Ledesma. Por suerte también lo arrastró fuera de la cancha a él con otra roja, al responder al golpe. Nos fuimos perdiendo al entretiempo y así con mi enojo a cuesta lo descargue con mi hermana, simplemente porque dejó pasar por las escaleras donde nos ubicábamos, a un hombre y apenas me empujó. Ahora en verdad me río, pero en ese momento volaba de la bronca. Mis sueños de campeonato parecían que se esfumaban. Para colmo la sed era incontrolable y la única bebida que vendían en el estadio parecía la mas cara del país. Al empezar el ST los nervios me carcomían desde bien adentro, pasaba el tiempo y todo seguía igual. Pero la clave del partido llegó cuando Lavolpe decidió sacar del campo de juego a Guillermo. El melli estaba jugando con la cabeza, y se ocupaba de sacar del partido a la Bruja. A partir de ahí se ordenó el equipo y avanzó.
A los 19´ llegó una falta fuera del área la cual se cambio por gol con un tiro libre impecable del principito. La sola idea de ir a penales me preocupaba, ya que boca siempre fue un entendido en el tema.
Así a los 35´ una pelota de Pavone por encima del arquero sentencio el partido. Pero en la tribuna el tiempo puede ser eterno, y nadie veía el cartel marcando los 5 minutos de adición. Una eternidad pareció que nos acompaño desde ese tanto hasta que el arbitro marcó el final del partido. Automáticamente, mi hermana y yo terminamos inundando de lágrimas a un gran hombre que nos abrazo a las dos. Todo era felicidad, éramos CAMPEONES después de 23 años, y yo estaba ahí para contarlo. Vino todo lo que llega con el equipo ganador: jugadores subidos a los alambrados, levantar la copa, vuelta olímpica, y como ya es histórico, todo esto acompañado de la canción de Queen “We are the champions”. El celular empezó a sonar, el primer mensaje era del chino felicitándome, para luego seguir con los de Naty (que desde temprano me pasaba el parte de todo lo que ocurría) y el llamado de Chuca, a la que nunca escuché por los gritos de la tribuna. Así volvimos a La Plata, otra vez en caravana, para terminar los festejos en el estadio Único.

Y así fueron mis meses en un campeonato tan soñado como sufrido. Por primera vez lograba ver al Pincha campeón y es algo que jamás voy a sacar de mi cabeza, porque no hay que olvidarse…los Milagros existen.
